miércoles, 25 de mayo de 2016

39. Tereza Batista, Cansada de Guerra - Jorge Amado.

1. Ya que me lo preguntas con tanta delicadeza, te digo, mozo, que cuando viene la desgracia no viene sola. Empieza y no hay quien la pare, crece como cosa barata, de amplio consumo. La alegría, en cambio, amigo mío, es planta mañosa, de cría difícil, de poca sombra, de duración breve, no se da bien ni con el sol ni con la lluvia ni con el viento, exige cuidados cotidianos y tierra abonada, ni seca ni húmeda, es un cultivo caro, de gente rica, con mucho dinero. La alegría se conserva en champaña; la cachaça sólo consuela las desgracias, si es que las consuela. La desgracia es planta resistente, se mantiene sin requerir cuidados, crece sola, se hace frondosa, se la encuentra en todos los caminos. En donde hay pobres, compadre, la desgracia se da en abundancia, no se ve otra planta. Si el tipo no tiene la piel curtida y la espalda endurecida, con callos por dentro y por fuera, no gana nada liándose con encantamientos, no hay ebó que dé resultado. Y te digo más, compañero, y no es por alabarme sino porque es la pura verdad: sólo los pobres tienen fuerza para cargar con tantas desgracias y seguir viviendo.

2. -Tereza cargó con fardo tan penoso que pocos machos aguantarían semejante peso; ella lo soportó y salió adelante, nadie la vio quejarse ni pedir compasión; si alguna vez la ayudaron, rara vez, fue por amistad y no porque se quejara; donde ella andaba ahuyentaba la tristeza. A la desgracia no le hacía caso, compadre; para Tereza solamente la alegría tenía valor. ¿Quiere saber si Tereza estaba hecha de hierro y con el corazón de acero? Por el color hermoso de la piel, era de cobre, no de hierro; el corazón de manteca, mejor dicho, de miel.
-En la vida de Tereza la desgracia floreció temprano, hermano, y me gustaría saber cuántos valientes resistirían lo que ella resistió sin morirse en la casa del capitán.
-Te puedo garantizar, hermano, que en el comienzo, las penurias de Tereza Batista pocos las pasaron en el infierno. Huérfana de padre y madre, sola en el mundo, sola contra Dios y el Diablo, y ni el mismo Dios le tuvo lástima. Y ya lo ve, esa niña atravesó lo peor del camino, las cosas más ruines entre las ruines y llegó sana y salva a la otra orilla, con una sonrisa en los labios. Bueno, eso de la sonrisa en los labios, no lo digo porque yo lo sepa, sino porque así lo oí decir.
-Para Tereza fue difícil aprender a llorar porque había nacido para reír y vivir alegremente.

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