sábado, 28 de mayo de 2016

41. Las Horas Distantes - Kate Morton.

1. -Supongo que en la vida de todos los niños hay un momento en que las cortinas se descorren y entonces comprenden que sus padres no son inmunes a las peores debilidades humanas. Que no son invencibles. Que en ocasiones hacen cosas para su propia satisfacción, para alimentar sus propios monstruos. Somos una especie egoísta por naturaleza, señorita Burchill.
2. La noche es diferente. Las cosas suceden de otra manera cuando el mundo está a oscuras. Las inseguridades y las heridas, las ansiedades y los miedos enseñan los colmillos por la noche.
3. Desde entonces, siempre creyó que Juniper era como esa flor: misteriosa perfección en medio de un mundo destruido. No solo por su aspecto o por las cosas que decía. Era algo más, una esencia intangible, fuerza, seguridad. Parecía conectada con el mecanismo que impulsaba el planeta. Era la brisa de un día de verano, las primeras gotas de lluvia que caían en la tierra reseca, el resplandor del lucero.
4. Juniper no podía dejar de mirarlo. Era locura, pasión, deseo, y por encima de todo, era amor. Amaba su cuerpo, su voz, la manera en que esos dedos caían sobre su piel, el espacio debajo de la clavícula donde su mejilla se acomodaba a la perfección mientras dormían. Amaba ver en su cara todos los lugares donde había estado. Amaba no tener necesidad de preguntarle qué sentía, que las palabras fueran innecesarias. Había descubierto que estaba cansada de palabras.
5. -Debemos ser cuidadosos. Una mente creativa necesita libertad. Debe ir a su ritmo, seguir sus propios patrones. Es difícil de explicar a una persona como tú, cuya mente funciona de una manera más formal, pero es imperativo que ningún asunto doméstico, ninguna distracción afecte a su talento.
6. Ella dice que las historias están en todas partes y las personas que esperan el momento ideal para empezar a escribir acaban con las páginas vacías. Al parecer, escribir significa capturar en el papel imágenes e ideas. Tejer como una araña, aunque utilizando palabras para formar el dibujo.
7. ...había creído que aquella sensación, aquel dolor sordo, imposible de aplacar, se aliviaría al llegar a su hogar, en el preciso instante en que su madre lo abrazara y, llorando sobre su hombro, le dijera que estaba en casa, que no tenía por qué preocuparse. No fue así, y Tom comprendía el motivo. Aquella ansiedad no era nostalgia. Tal vez había elegido esa palabra con cierta indolencia, incluso con esperanza, para referirse a la conciencia de haber perdido algo esencial. No era un lugar. Había perdido una parte de su ser.
8. ...mientras Meredith hablaba sobre el progreso de su manuscrito.
-Y bien -dijo, después de escuchar a su amiga-, ¿cuándo me lo enseñarás?
-No lo sé. Está casi listo. Casi, pero…
-¿Qué sucede?
-No lo sé, estoy tan…
Juniper se giró hacia Meredith. Con la palma de la mano hizo sombra para protegerse de la luz.
-Tan…
-Nerviosa.
-¿Nerviosa?
-Tal vez no te guste -dijo Meredith, y se incorporó.
Juniper hizo otro tanto y cruzó las piernas.
-Eso no sucederá.
-Pero si sucediera, nunca, jamás volvería a escribir.
-En ese caso, pequeña mía, puedes dejar de escribir ahora mismo -dijo Juniper, frunciendo el ceño y adoptando el tono severo de Percy.
-¡Entonces sabes que no te gustará! -exclamó Meredith desolada. Juniper solo había tenido intención de bromear, como de costumbre, y esperaba una respuesta en el mismo tono. Pero la sorpresa borró su fachada autoritaria.
-No quería decir eso, en absoluto -explicó, apoyando la mano en el corazón de su amiga-. Escribe lo que salga de aquí, porque es lo que necesitas, lo que deseas, nunca lo hagas para agradar a otra persona.
-¿Ni siquiera a ti?
-Y mucho menos a mí. Por Dios, Merry, ¿qué autoridad tiene mi opinión?
Meredith sonrió. La desolación se esfumó...
9. Las imágenes en blanco y negro producen una profunda nostalgia, la ausencia de color es una versión del embudo del tiempo.
10. A pesar de todo, de una forma que no podía explicar con claridad, las cosas habían empezado a cambiar. Por las noches se despertaba con una inexplicable desazón, con un apetito semejante al hambre, aunque no imaginaba cómo saciarlo. Insatisfacción, añoranza. Una carencia profunda, abismal, que no sabía suplir. No sabía qué echaba de menos. Caminaba, corría, escribía con furia, a toda velocidad. Las palabras, los sonidos, se agolpaban en su cabeza, exigían ser liberados. Era un alivio volcarlos en un papel. No se atormentaba, no meditaba, no volvía a leerlos. Era suficiente dejar que las palabras salieran para que en su interior las voces se silenciaran.
11. Desde niño se había dejado llevar por la más tonta de las motivaciones: el deseo de poseer precisamente aquello que le estaba vedado.
12. -El viaje será largo, Merry. ¿Has traído algo para entretenerte?
-Mi cuaderno.
El profesor rió, porque se trataba del cuaderno que él le había regalado como premio por haber hecho bien los exámenes.
-Por supuesto. Excelente. Escribe todo lo que veas, pienses y sientas. Tu voz es única, es importante -aconsejó
13. El señor Cavill había intentado convencerla de que lo más importante no era el tema, sino la manera de escribirlo.
-No existen dos personas que comprendan o sientan las cosas de la misma manera. El desafío consiste en ser honesto al escribir. No copiar, no conformarse con la combinación de palabras más sencilla, sino buscar aquellas que explican con precisión lo que piensas, lo que sientes -dijo, y luego le preguntó si había entendido lo que trataba de expresar. En sus ojos había tal intensidad, tan sincero interés, que ella deseó ver las cosas como él las veía. Asintió y por un instante comprendió que se había abierto una puerta, el paso a un lugar muy distinto de aquel donde vivía.
14. ¿En qué se transformaría ese lugar cuando él ya no estuviera? (...) Era un melodramático, un viejo sentimental. Tal vez a todos los hombres les agrada creer que su ausencia causará un colapso. Al menos a los hombres orgullosos como él. Debía andar con cautela. Tal como advertía la Biblia, la soberbia precede a la ruina.
15. -¿Cuál es el terrible secreto (del libro)?
Lo miré desconcertada.
-No puedo decírtelo.
-Claro que puedes.
Mi padre se cruzó de brazos como un niño caprichoso. Yo traté de encontrar las palabras para explicar el pacto entre el lector y el escritor, el peligro de la avidez, el sacrilegio de revelar en un instante aquello que se construye a lo largo de muchos capítulos, secretos cuidadosamente ocultos por el autor detrás de incontables artificios.
16. Llegué al final de la página, pero no leí el reverso. Permanecí inmóvil, como si prestara suma atención a un sonido. Supongo que así era, porque la vocecita de la niña había salido de la caja y resonaba ahora en la penumbra de la habitación. «Ahora estoy en el campo…», «hay una torre y tres hermanas…». Los diálogos se evaporan tan pronto se dan por terminados. La palabra escrita perdura. Aquellas cartas habían viajado en el tiempo, durante cincuenta años habían esperado pacientemente en su caja el momento en que yo las encontrara.
17. Debo decir que los hermanos me interesan en general. Su intimidad me intriga y me produce rechazo. El hecho de compartir los componentes genéticos, la distribución azarosa y a veces injusta de la herencia, la inexorabilidad del vínculo es algo que escasamente comprendo. (...) Un hilo invisible nos conecta con la misma fuerza que el día se une a la noche.
18. Basta con echar un vistazo a la frágil barrera entre el pasado y el presente para conocer el dolor físico que supone darse cuenta de que uno es incapaz de volver.
19. Una bandada de pájaros planeaba en la distancia, más allá de los campos de lúpulo, y los observó alejarse. «Libre como un pájaro», se solía decir, y sin embargo, en opinión de Saffy, los pájaros no eran en absoluto libres, estaban atados a sus costumbres, a las necesidades de cada estación, a la biología, a la naturaleza, a la descendencia. No eran más libres que los demás.
20. Había leído la definición, «profunda añoranza del pasado», y con la torpe seguridad de la juventud, Percy lo había considerado un concepto muy peculiar. No podía imaginar por qué alguien querría volver a vivir el pasado cuando le aguardaba el gran misterio del futuro.

miércoles, 25 de mayo de 2016

40. El Principito - Antoine de Saint Exupéry.

1. Las personas mayores me aconsejaron abandonar el dibujo de serpientes boas, ya fueran abiertas o cerradas, y poner más interés en la geografía, la historia, el cálculo y la gramática. De esta manera a la edad de seis años abandoné una magnífica carrera de pintor. Había quedado desilusionado por el fracaso de mis dibujos número 1 y número 2. Las personas mayores nunca pueden comprender algo por sí solas y es muy aburrido para los niños tener que darles una y otra vez explicaciones.
2. A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente seria. Viví mucho con personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinión sobre ellas.
Cuando me he encontrado con alguien que me parecía un poco lúcido, lo he sometido a la experiencia de mi dibujo número 1 que he conservado siempre. Quería saber si verdaderamente era un ser comprensivo. E invariablemente me contestaban siempre: "Es un sombrero". Me abstenía de hablarles de la serpiente boa, de la selva virgen y de las estrellas. Poniéndome a su altura, les hablaba del bridge, del golf, de política y de corbatas. Y mi interlocutor se quedaba muy contento de conocer a un hombre tan razonable.
3. Dibujé un cordero. Lo miró atentamente y dijo:
—¡No! Este está ya muy enfermo. Haz otro. 
Volví a dibujar.
Mi amigo sonrió dulcemente, con indulgencia. 
—¿Ves? Esto no es un cordero, es un carnero. Tiene Cuernos… 
Rehice nuevamente mi dibujo: fue rechazado igual que los anteriores.
—Este es demasiado viejo. Quiero un cordero que viva mucho tiempo.
Falto ya de paciencia y deseoso de comenzar a desmontar el motor, garabateé rápidamente este dibujo, se lo enseñé, y le agregué:
—Esta es la caja. El cordero que quieres está adentro. Con gran sorpresa mía el rostro de mi joven juez se iluminó:
—¡Así es como yo lo quería!
4. —¿De dónde vienes, muchachito? ¿Dónde está "tu casa"? ¿Dónde quieres llevarte mi cordero?
Después de meditar silenciosamente me respondió:
—Lo bueno de la caja que me has dado es que por la noche le servirá de casa.
—Sin duda. Y si eres bueno te daré también una cuerda y una estaca para atarlo durante el día.
Esta proposición pareció chocar al principito. 
—¿Atarlo? ¡Qué idea más rara!
5. Este astrónomo hizo una gran demostración de su descubrimiento en un congreso Internacional de Astronomía. Pero nadie le creyó a causa de su manera de vestir. Las personas mayores son así.Felizmente para la reputación del asteroide B 612, un dictador turco impuso a su pueblo, bajo pena de muerte, el vestido a la europea. Entonces el astrónomo volvió a dar cuenta de su descubrimiento en 1920 y como lucía un traje muy elegante, todo el mundo aceptó su demostración.
Si les he contado de todos estos detalles sobre el asteroide B 612 y hasta les he confiado su número, es por consideración a las personas mayores. A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: "¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?" Pero en cambio preguntan: "¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?" Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: "He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado", jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: "He visto una casa que vale cien mil pesos". Entonces exclaman entusiasmados: "¡Oh, qué preciosa es!"
6. —¿Para qué sirven las espinas?
El principito no permitía nunca que se dejara sin respuesta una pregunta formulada por él. Irritado por la resistencia que me oponía el perno, le respondí lo primero que se me ocurrió:
—Las espinas no sirven para nada; son pura maldad de las flores.
—¡Oh!
Y después de un silencio, me dijo con una especie de rencor:
—¡No te creo! Las flores son débiles. Son ingenuas. Se defienden como pueden. Se creen terribles con sus espinas… 
No le respondí nada; en aquel momento me estaba diciendo a mí mismo: "Si este perno me resiste un poco más, lo haré saltar de un martillazo". El principito me interrumpió de nuevo mis pensamientos:
—¿Tú crees que las flores…?
—¡No, no creo nada! Te he respondido cualquier cosa para que te calles. Tengo que ocuparme de cosas serias.
Me miró estupefacto.
—¡De cosas serias!
Me miraba con mi martillo en la mano, los dedos llenos de grasa e inclinado sobre algo que le parecía muy feo.
—¡Hablas como las personas mayores!
Me avergonzó un poco. Pero él, implacable, añadió:
—¡Lo confundes todo…todo lo mezclas…!
Estaba verdaderamente irritado; sacudía la cabeza, agitando al viento sus cabellos dorados.
—Conozco un planeta donde vive un señor muy colorado, que nunca ha olido una flor, ni ha mirado una estrella y que jamás ha querido a nadie. En toda su vida no ha hecho más que sumas. Y todo el día se lo pasa repitiendo como tú: "¡Yo soy un hombre serio, yo soy un hombre serio!"… Al parecer esto le llena de orgullo. Pero eso no es un hombre, ¡es un hongo!
—¿Un qué?
—Un hongo.
El principito estaba pálido de cólera.
—Hace millones de años que las flores tiene espinas y hace también millones de años que los corderos, a pesar de las espinas, se comen las flores. ¿Es que no es cosa seria averiguar por qué las flores pierden el tiempo fabricando unas espinas que no les sirven para nada? ¿Es que no es importante la guerra de los corderos y las flores? ¿No es esto más serio e importante que las sumas de un señor gordo y colorado? Y si yo sé de una flor única en el mundo y que no existe en ninguna parte más que en mi planeta; si yo sé que un buen día un corderillo puede aniquilarla sin darse cuenta de ello, ¿es que esto no es importante?
El principito enrojeció y después continuó:
—Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que las mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…" ¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran! ¡Y esto no es importante!
No pudo decir más y estalló bruscamente en sollozos.
La noche había caído. Yo había soltado las herramientas y ya no importaban nada el martillo, el perno, la sed y la muerte. ¡Había en una estrella, en un planeta, el mío, la Tierra, un principito a quien consolar! Lo tomé en mis brazos y lo mecí diciéndole: "la flor que tú quieres no corre peligro… te dibujaré un bozal para tu cordero y una armadura para la flor…te…". No sabía qué decirle, cómo consolarle y hacer que tuviera nuevamente confianza en mí; me sentía torpe. ¡Es tan misterioso el país de las lágrimas!
7. Creía que no iba a volver nunca. Pero todos aquellos trabajos le parecieron aquella mañana extremadamente dulces. Y cuando regó por última vez la flor y se dispuso a ponerla al abrigo del fanal, sintió ganas de llorar.
—Adiós —le dijo a la flor. Esta no respondió.
—Adiós —repitió el principito.
La flor tosió, pero no porque estuviera resfriada.
—He sido una tonta —le dijo al fin la flor—. Perdóname. Procura ser feliz.
Se sorprendió por la ausencia de reproches y quedó desconcertado, con el fanal en el aire, no comprendiendo esta tranquila mansedumbre.
—Sí, yo te quiero —le dijo la flor—, ha sido culpa mía que tú no lo sepas; pero eso no tiene importancia. Y tú has sido tan tonto como yo. Trata de ser feliz. . . Y suelta de una vez ese fanal; ya no lo quiero.
—Pero el viento...
—No estoy tan resfriada como para... El aire fresco de la noche me hará bien. Soy una flor.
—Y los animales...
—Será necesario que soporte dos o tres orugas, si quiero conocer las mariposas; creo que son muy hermosas. Si no ¿quién vendrá a visitarme? Tú estarás muy lejos. En cuanto a las fieras, no las temo: yo tengo mis garras.
Y le mostraba ingenuamente sus cuatro espinas. Luego añadió:
—Y no prolongues más tu despedida. Puesto que has decidido partir, vete de una vez.
La flor no quería que la viese llorar: era tan orgullosa..."
"Siento tanta pena al contar estos recuerdos. Hace ya seis años que mi amigo se fue con su cordero. Y si intento describirlo aquí es sólo con el fin de no olvidarlo. Es muy triste olvidar a un amigo. No todos han tenido un amigo. Y yo puedo llegar a ser como las personas mayores, que sólo se interesan por las cifras. Para evitar esto he comprado una caja de lápices de colores.

8. Me creía semejante a sí mismo y yo, desgraciadamente, no sé ver un cordero a través de una caja. Es posible que yo sea un poco como las personas mayores. He debido envejecer.

9. ¡Ah, principito, cómo he ido comprendiendo lentamente tu vida melancólica! Durante mucho tiempo tu única distracción fue la suavidad de las puestas de sol. Este nuevo detalle lo supe al cuarto día, cuando me dijiste:
—Me gustan mucho las puestas de sol; vamos a ver una puesta de sol…
—Tendremos que esperar…
—¿Esperar qué?
—Que el sol se ponga.
10. —¿Sabes? Cuando uno está verdaderamente triste le gusta ver las puestas de sol.
11. El principito se preguntó:
"¿Cómo es posible que me reconozca si nunca me ha visto?"
Ignoraba que para los reyes el mundo está muy simplificado. Todos los hombres son súbditos."
"Tartamudeaba un poco y parecía vejado, pues el rey daba gran importancia a que su autoridad fuese respetada. Era un monarca absoluto, pero como era muy bueno, daba siempre órdenes razonables.
Si yo ordenara —decía frecuentemente—, si yo ordenara a un general que se transformara en ave marina y el general no me obedeciese, la culpa no sería del general, sino mía".
12. —Me gustaría ver una puesta de sol... Deme ese gusto... Ordénele al sol que se ponga...
—Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutase la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
—La culpa sería de usted —le dijo el principito con firmeza.
—Exactamente. Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno puede dar —continuó el rey. La autoridad se apoya antes que nada en la razón. Si ordenas a tu pueblo que se tire al mar, el pueblo hará la revolución. Yo tengo derecho a exigir obediencia, porque mis órdenes son razonables.
13. —No partas —le respondió el rey que se sentía muy orgulloso de tener un súbdito—, no te vayas y te hago ministro.
—¿Ministro de qué?
—¡De... de justicia!
—¡Pero si aquí no hay nadie a quien juzgar!
—Eso no se sabe —le dijo el rey—. Nunca he recorrido todo mi reino. Estoy muy viejo y el caminar me cansa. Y como no hay sitio para una carroza...
—¡Oh! Pero yo ya he visto. . . —dijo el principito que se inclinó para echar una ojeada al otro lado del planeta—. Allá abajo no hay nadie tampoco. .
—Te juzgarás a ti mismo —le respondió el rey—. Es lo más difícil. Es mucho más difícil juzgarse a sí mismo, que juzgar a los otros. Si consigues juzgarte rectamente es que eres un verdadero sabio.
—Yo puedo juzgarme a mí mismo en cualquier parte y no tengo necesidad de vivir aquí.
14. —¡Buenos días! —le dijo éste—. Su cigarro se ha apagado.
—Tres y dos cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. ¡Buenos días! Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de encenderlo. Veintiocho y tres treinta y uno. ¡Uf! Esto suma quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.
—¿Quinientos millones de qué?
—¿Eh? ¿Estás ahí todavía? Quinientos millones de... ya no sé... ¡He trabajado tanto! ¡Yo soy un hombre serio y no me entretengo en tonterías! Dos y cinco siete...
15. —¿Y qué haces tú con quinientos millones de estrellas?
—Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio y exacto.
—¿Y qué haces con esas estrellas? —¿Que qué hago con ellas?
—Sí.
—Nada. Las poseo.
—¿Que las estrellas son tuyas?
—Sí.
—Yo he visto un rey que...
—Los reyes no poseen nada... Reinan. Es muy diferente.
—¿Y de qué te sirve poseer las estrellas?
—Me sirve para ser rico.
—¿Y de qué te sirve ser rico?
—Me sirve para comprar más estrellas si alguien las descubre.
"Este, se dijo a sí mismo el principito, razona poco más o menos como mi borracho".
No obstante le siguió preguntando:
—¿Y cómo es posible poseer estrellas?
—¿De quién son las estrellas? —contestó punzante el hombre de negocios.
—No sé. . . De nadie.
—Entonces son mías, puesto que he sido el primero a quien se le ha ocurrido la idea.
—¿Y eso basta?"
"—Eso es verdad —dijo el principito— ¿y qué haces con ellas?
—Las administro. Las cuento y las recuento una y otra vez —contestó el hombre de negocios—. Es algo difícil. ¡Pero yo soy un hombre serio!
El principito no quedó del todo satisfecho.
—Si yo tengo una bufanda, puedo ponérmela al cuello y llevármela. Si soy dueño de una flor, puedo cortarla y llevármela también. ¡Pero tú no puedes llevarte las estrellas!
—Pero puedo colocarlas en un banco.
—¿Qué quiere decir eso?
—Quiere decir que escribo en un papel el número de estrellas que tengo y guardo bajo llave en un cajón ese papel.
—¿Y eso es todo?
—¡Es suficiente!
16. —Yo —dijo aún— tengo una flor a la que riego todos los días; poseo tres volcanes a los que deshollino todas las semanas, pues también me ocupo del que está extinguido; nunca se sabe lo que puede ocurrir. Es útil, pues, para mis volcanes y para mi flor que yo las posea. Pero tú, tú no eres nada útil para las estrellas...
El hombre de negocios abrió la boca, pero no encontró respuesta.
17. —No —dijo el principito—. Busco amigos. ¿Qué significa "domesticar"? —volvió a preguntar el principito.
—Es una cosa ya olvidada —dijo el zorro—, significa "crear vínculos..."
—¿Crear vínculos?
—Efectivamente, verás —dijo el zorro—. Tú no eres para mí todavía más que un muchachito igual a otros cien mil muchachitos y no te necesito para nada. Tampoco tú tienes necesidad de mí y no soy para ti más que un zorro entre otros cien mil zorros semejantes. Pero si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo...
18. —Mi vida es muy monótona. Cazo gallinas y los hombres me cazan a mí. Todas las gallinas se parecen y todos los hombres son iguales; por consiguiente me aburro un poco. Si tú me domesticas, mi vida estará llena de sol. Conoceré el rumor de unos pasos diferentes a todos los demás. Los otros pasos me hacen esconder bajo la tierra; los tuyos me llamarán fuera de la madriguera como una música. Y además, ¡mira! ¿Ves allá abajo los campos de trigo? Yo no como pan y por lo tanto el trigo es para mí algo inútil. Los campos de trigo no me recuerdan nada y eso me pone triste. ¡Pero tú tienes los cabellos dorados y será algo maravilloso cuando me domestiques! El trigo, que es dorado también, será un recuerdo de ti. Y amaré el ruido del viento en el trigo.
El zorro se calló y miró un buen rato al principito:
—Por favor... domestícame —le dijo.
—Bien quisiera —le respondió el principito pero no tengo mucho tiempo. He de buscar amigos y conocer muchas cosas.
—Sólo se conocen bien las cosas que se domestican —dijo el zorro—. Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. ¡Si quieres un amigo, domestícame!
—¿Qué debo hacer? —preguntó el principito.
—Debes tener mucha paciencia —respondió el zorro—. Te sentarás al principio un poco lejos de mí, así, en el suelo; yo te miraré con el rabillo del ojo y tú no me dirás nada. El lenguaje es fuente de malos entendidos. Pero cada día podrás sentarte un poco más cerca...
El principito volvió al día siguiente.
—Hubiera sido mejor —dijo el zorro— que vinieras a la misma hora. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser dichoso. Cuanto más avance la hora, más feliz me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, descubriré así lo que vale la felicidad. Pero si tú vienes a cualquier hora, nunca sabré cuándo preparar mi corazón... Los ritos son necesarios.
—¿Qué es un rito? —inquirió el principito.
—Es también algo demasiado olvidado —dijo el zorro—. Es lo que hace que un día no se parezca a otro día y que una hora sea diferente a otra.
19. —Formo con los viajeros paquetes de mil y despacho los trenes que los llevan, ya a la derecha, ya a la izquierda.
Y un tren rápido iluminado, rugiendo como el trueno, hizo temblar la caseta del guardavía.
—Tienen mucha prisa —dijo el principito—. ¿Qué buscan?
—Ni siquiera el conductor de la locomotora lo sabe —dijo el guardavía.
Un segundo rápido iluminado rugió en sentido inverso.
—¿Ya vuelve? —preguntó el principito.
—No son los mismos —contestó el guardavía—. Es un cambio.
—¿No se sentían contentos donde estaban?
—Nunca se siente uno contento donde está —respondió el guardavía.
Y rugió el trueno de un tercer rápido iluminado.
—¿Van persiguiendo a los primeros viajeros? —preguntó el principito.
—No persiguen absolutamente nada —le dijo el guardavía—; duermen o bostezan allí dentro. Únicamente los niños aplastan su nariz contra los vidrios.
—Únicamente los niños saben lo que buscan —dijo el principito. Pierden el tiempo con una muñeca de trapo que viene a ser lo más importante para ellos y si se la quitan, lloran...
—¡Qué suerte tienen! —dijo el guardavía.
20. —¿Dónde están los hombres? —prosiguió por fin el principito. Se está un poco solo en el desierto...
—También se está solo donde los hombres —afirmó la serpiente.
21. —¿Dónde están los hombres? —preguntó cortésmente el principito.
La flor, un día, había visto pasar una caravana.
—¿Los hombres? No existen más que seis o siete, me parece. Los he visto hace ya años y nunca se sabe dónde encontrarlos. El viento los pasea. Les faltan las raíces. Esto les molesta.
22. —Los hombres de tu tierra —dijo el principito— cultivan cinco mil rosas en un jardín y no encuentran lo que buscan.
—No lo encuentran nunca —le respondí. —Y sin embargo, lo que buscan podrían encontrarlo en una sola rosa o en un poco de agua...
—Sin duda, respondí. Y el principito añadió:
—Pero los ojos son ciegos. Hay que buscar con el corazón.

39. Tereza Batista, Cansada de Guerra - Jorge Amado.

1. Ya que me lo preguntas con tanta delicadeza, te digo, mozo, que cuando viene la desgracia no viene sola. Empieza y no hay quien la pare, crece como cosa barata, de amplio consumo. La alegría, en cambio, amigo mío, es planta mañosa, de cría difícil, de poca sombra, de duración breve, no se da bien ni con el sol ni con la lluvia ni con el viento, exige cuidados cotidianos y tierra abonada, ni seca ni húmeda, es un cultivo caro, de gente rica, con mucho dinero. La alegría se conserva en champaña; la cachaça sólo consuela las desgracias, si es que las consuela. La desgracia es planta resistente, se mantiene sin requerir cuidados, crece sola, se hace frondosa, se la encuentra en todos los caminos. En donde hay pobres, compadre, la desgracia se da en abundancia, no se ve otra planta. Si el tipo no tiene la piel curtida y la espalda endurecida, con callos por dentro y por fuera, no gana nada liándose con encantamientos, no hay ebó que dé resultado. Y te digo más, compañero, y no es por alabarme sino porque es la pura verdad: sólo los pobres tienen fuerza para cargar con tantas desgracias y seguir viviendo.

2. -Tereza cargó con fardo tan penoso que pocos machos aguantarían semejante peso; ella lo soportó y salió adelante, nadie la vio quejarse ni pedir compasión; si alguna vez la ayudaron, rara vez, fue por amistad y no porque se quejara; donde ella andaba ahuyentaba la tristeza. A la desgracia no le hacía caso, compadre; para Tereza solamente la alegría tenía valor. ¿Quiere saber si Tereza estaba hecha de hierro y con el corazón de acero? Por el color hermoso de la piel, era de cobre, no de hierro; el corazón de manteca, mejor dicho, de miel.
-En la vida de Tereza la desgracia floreció temprano, hermano, y me gustaría saber cuántos valientes resistirían lo que ella resistió sin morirse en la casa del capitán.
-Te puedo garantizar, hermano, que en el comienzo, las penurias de Tereza Batista pocos las pasaron en el infierno. Huérfana de padre y madre, sola en el mundo, sola contra Dios y el Diablo, y ni el mismo Dios le tuvo lástima. Y ya lo ve, esa niña atravesó lo peor del camino, las cosas más ruines entre las ruines y llegó sana y salva a la otra orilla, con una sonrisa en los labios. Bueno, eso de la sonrisa en los labios, no lo digo porque yo lo sepa, sino porque así lo oí decir.
-Para Tereza fue difícil aprender a llorar porque había nacido para reír y vivir alegremente.

38. Desayuno en Tiffany's - Truman Capote.

1. La gente comenzó a interesarse por ella, gente importante, y, para redondear la operación, Benny Polan, un tipo muy respetado, Benny quería casarse con ella. ¿Qué más podía pedir un agente? Y entonces, ¡pam! The Story of Dr. Wassell ¿Ha visto esa película? Cecil B. DeMille. Gary Cooper. La leche. Me mato a trabajar, todo está listo: van a hacerle una prueba para el papel de enfermera del doctor Wassell. Bueno, una de las enfermeras. Y entonces, ¡pam! Suena el teléfono. -Descolgó un teléfono que flotaba en el aire, y se lo llevó a la oreja-. Soy Holly, me dice, hola cariño, le digo yo, estoy en Nueva York, dice, ¿qué coño estás haciendo en Nueva York, le digo, si es domingo y mañana mismo tienes la prueba? Estoy en Nueva York, dice ella, porque nunca había estado en Nueva York. Ya puedes aposentar tu culo en un avión, le digo, y volver ahora mismo. No quiero, dice ella. ¿Qué te pasa, niña?, le digo yo. Y ella me dice, para que las cosas salgan bien tienes que querer hacerlas, y yo no quiero. Bien, le digo, qué diablos quieres, y ella me dice, serás el primero en saberlo en cuanto lo averigüe.
2. Es un fastidio, pero la solución consiste en saber que sólo nos ocurren cosas buenas si somos buenos.
¿Buenos? Mas bien quería decir honestos. No me refiero a la honestidad en cuanto a las leyes (podría robar una tumba, hasta le arrancaría los ojos a un muerto si creyese que así me alegraría un día), sino a ser honesto con uno mismo. Me da igual ser cualquier cosa, menos cobarde, falsa, tramposa en cuestión de sentimientos, o puta: prefiero tener el cáncer que un corazón deshonesto. Y esto no significa que sea una beata. Soy simplemente una persona práctica. De cáncer se muere a veces; de lo otro, siempre.
3. -Fred es soldado -dijo Holly-, pero dudo que alguna vez llegue a ser una estatua. Podría serlo. Dicen que la gente, cuanto más estúpida, más valiente. Y él es bastante estúpido.
-¿Fred es ese chico del piso de arriba? No me di cuenta de que fuese un soldado. Pero sí parece estúpido.
-Un soñador, no un estúpido. Lo que más le gusta es estar encerrado en donde sea, mirando afuera: cualquiera que tenga la nariz aplastada contra un cristal tiene que parecer estúpido a la fuerza. De todos modos, ése es otro Fred. Fred es mi hermano.
-¿Y llamas estúpido a alguien que lleva tu misma sangre?
-Si lo es, lo es.
-Quizá, pero es de mal gusto decirlo de un chico que está combatiendo por ti y por mí y por todos nosotros.
-¿Qué es esto? ¿Un discurso para vender bonos de guerra?
4. Pero no hay que entregarles el corazón a los seres salvajes: cuanto más se lo entregas, más fuertes se hacen. Hasta que se sienten lo suficientemente fuertes como para huir al bosque. O subirse volando a un árbol. Y luego a otro árbol más alto. Y luego al cielo. Así terminará usted, Mr. Bell, si se entrega a alguna criatura salvaje. Terminará con la mirada fija en el cielo.

37. Memorias de una Geisha - Arthur Golden.

Un día o dos después de ser separada de mi hermana, estaba lavando unos trapos como me habían mandado que hiciera, cuando una mariposa bajó revoloteando del cielo y se posó en mi brazo. La espanté de un manotazo, esperando que se fuera volando a otro lado, pero en lugar de esto, cayó como una piedrecita al suelo del patio. No sabía si había caído del cielo ya muerta o si yo la había matado, pero su muerte me conmovió. Admiré el bonito dibujo de sus alas y luego la envolví en uno de los trapos que estaba lavando y la escondí debajo de la casa.
No había vuelto a pensar en aquella mariposa; pero en cuanto la recordé, me arrodillé y busqué junto a los pequeños pilotes que soportaban la casa hasta que la encontré. Muchas cosas en mi vida habían cambiado, incluso mí aspecto; pero cuando desenvolví la mariposa, despojándola de su sudario, seguía siendo la misma criatura sorprendentemente hermosa del día que la había enterrado. Parecía vestida en unos suaves tonos grises y marrones, semejantes a los que llevaba Mamita cuando salía por la noche a jugar al mah-jong. Todo en ella era hermoso y perfecto y estaba totalmente intacto. Con que sólo una cosa en mi vida hubiera seguido igual que estaba cuando llegué a Kioto... Cuando pensé esto, mi mente empezó a girar como un remolino. Me sorprendía que fuéramos —la mariposa y yo— dos extremos opuestos. Mi existencia era como un río, que cambiaba cada día. Mientras pensaba estas cosas, saqué un dedo para acariciar la superficie aterciopelada de la mariposa, pero en cuanto la rocé, se convirtió de inmediato en un montoncito de ceniza, sin hacer el más mínimo ruido, sin darme siquiera tiempo a verla desmoronarse. Me asombró tanto que dejé escapar un gritito. El torbellino de mi mente se detuvo; me sentí como si hubiera entrado en el ojo del huracán. Dejé caer el pequeño sudario y la pila de cenizas, que revolotearon y se posaron en el suelo; y entonces comprendí el enigma que me había tenido desconcertada toda la mañana. El aire ya no olía a cerrado. El pasado había desaparecido. Mi madre y mi padre habían muerto y yo no podía hacer nada para cambiarlo. Pero supongo que yo también había estado en cierto modo muerta aquel último año. Y mi hermana... pues sí, se había ido; pero yo no me había ido. No estoy segura de que lo entiendas, pero era como si me hubiera vuelto a mirar hacia otro lado, de modo que ya no tenía frente a mí el pasado, sino el futuro. Y ahora la cuestión a la que me enfrentaba era: ¿cómo sería aquel futuro?


36. Los Hombres que No Amaban a las Mujeres - Stieg Larsson.

1. —Lisbeth, ¿puedes definir la palabra amistad?
—Es cuando quieres a alguien.
—Vale, pero ¿qué es lo que te hace querer a alguien?
Ella se encogió de hombros.
—La amistad, o al menos mi definición de ella, se basa en dos cosas: respeto y confianza —continuó él—. Y deben ser mutuas. Además, se tienen que dar los dos factores; puedes respetar a alguien, pero si no hay confianza, la amistad se desmorona.
Ella seguía callada.
—Ya sé que no quieres hablar de ti, aunque alguna vez habrás de decidir si confiar en mí o no. Quiero que seamos amigos, pero esto es cosa de dos.
—Me gusta acostarme contigo.
—El sexo no tiene nada que ver con la amistad. Claro que los amigos pueden acostarse, pero, Lisbeth, si me veo obligado a elegir entre el sexo y la amistad en lo que se refiere a ti, sé perfectamente lo que elegiría.



2. A lo largo de todos estos años he tenido muchos enemigos y hay una cosa que he aprendido: nunca entres en la batalla cuando tienes todas las de perder. Sin embargo, jamás dejes que una persona que te ha insultado se salga con la suya. Espera tu momento y, cuando estés en una posición fuerte, devuelve el golpe, aunque ya no sea necesario hacerlo.

35. La Montaña Mágica - Thomas Mann.

1. ¿Cómo era posible que Hans Castorp dejase de respetar el trabajo? Esto hubiera ido contra la Naturaleza. Las circunstancias debían hacérselo aparecer como una cosa eminentemente respetable. En el fondo no había nada respetable fuera del trabajo; era el principio ante el cual uno se afirmaba o se mostraba insuficiente, era el absoluto de la época. Su respeto hacia el trabajo era de naturaleza religiosa y, por lo que él podía darse cuenta, indiscutible. Pero se planteaba también la cuestión de saber si lo amaba; eso no podía conseguirlo, por profundo que fuera su respeto, por la sencilla razón de que el trabajo le era difícil. Un trabajo sostenido irritaba sus nervios, lo agotaba rápidamente, y reconocía con franqueza que, en resumen, amaba más el tiempo de libertad, el tiempo sobre el que no pesaba el plúmbeo peso de una labor penosa, el tiempo que se extendía ante él libre y no jalonado con obstáculos que había que vencer rechinando los dientes. Esta contradicción en su actitud respecto al trabajo debía ser necesariamente resuelta. ¿Había que suponer que su cuerpo y su espíritu —primero el espíritu y luego el cuerpo— hubiesen estado más alegremente dispuestos y hubiesen sido más resistentes al trabajo si, en el fondo de su alma, donde él no veía muy claro, hubiese podido creer en el trabajo como en un valor absoluto, como en un principio que respondía por sí mismo, y tranquilizarse con este pensamiento? No planteamos aquí la cuestión de saber si era mediocre o algo más que mediocre, cuestión a la cual no queremos contestar brevemente. Pues no nos consideramos, en modo alguno, como apologistas de Hans Castorp y emitimos la suposición de que el trabajo le molestaba sencillamente para su tranquilo disfrute de los María Mancini.

2. —Hablas como Settembrini. ¿Y mi fiebre? ¿De qué procede?
—Vamos, es un incidente sin consecuencias que pasará pronto.
—No, Clawdia, sabes perfectamente que lo que dices no es verdad, lo dices sin convicción, estoy seguro. La fiebre de mi cuerpo y las palpitaciones de mi corazón enjaulado y el estremecimiento de mis nervios son lo contrario de un incidente, se trata —y su rostro pálido, de labios estremecidos, se inclinó hacia el rostro de la mujer—, se trata nada menos que de mi amor por ti, ese amor que se apoderó de mí en el instante en que mis ojos te vieron, o más bien, que reconocí cuando te reconocí a ti, y es él evidentemente el que me ha conducido a este lugar...
—¡Qué locura!
—¡Oh! El amor no es nada si no es la locura, una cosa insensata, prohibida y una aventura en el mal. Si no es así es una banalidad agradable, buena para servir de tema a cancioncitas tranquilas en las llanuras. Pero que yo te he reconocido y que he reconocido mi amor hacia ti, sí, eso es verdad; yo ya te conocí, antiguamente, a ti y a tus ojos maravillosos oblicuos, y tu boca y la voz con que me hablas; una vez ya, cuando era colegial, te pedí tu lápiz para entablar contigo una relación social, porque te amaba sin razonar, y es por eso, sin duda, por mi antiguo amor hacia ti, por lo que me quedan esas marcas que Behrens ha encontrado en mi cuerpo y que indican que en otro tiempo yo estaba ya enfermo...
Sus dientes rechinaron. Había sacado un pie de debajo del asiento de la silla, que crujía, mientras iba divagando y, al avanzar ese pie, con la otra rodilla tocaba casi el suelo, de manera que se arrodillaba delante de ella con la cabeza inclinada y temblando todo su cuerpo.
—Te amo —balbuceó—, te he amado siempre, pues tú eres el Tú de mi vida, mi sueño, mi destino, mi deseo, mi eterno deseo.
—¡Vamos, vamos! —dijo ella—. ¡Si tus preceptores te viesen!
Pero él meneó la cabeza con desesperación, inclinando el rostro hacia el suelo, y contestó:
—Me tendría sin cuidado, me tienen sin cuidado todos esos Carducci, la República elocuente, el progreso humano en el tiempo, pues ¡te amo!
Ella acarició dulcemente con la mano los cabellos cortados al rape en la nuca.
—Pequeño burgués —dijo —. Lindo burgués de la pequeña mancha húmeda. ¿Es verdad que me amas tanto?
Y exaltado por este contacto, ya sobre las dos rodillas, la cabeza echada hacia atrás y los ojos cerrados, él continuó hablando:—Oh, el amor, ¿sabes...? El cuerpo, el amor, la muerte, esas tres cosas no hacen más que una. Pues el cuerpo es la enfermedad y la voluptuosidad, y es el que hace la muerte; sí, son carnales ambos, el amor y la muerte, ¡y ése es su terror y su enorme sortilegio! Pero la muerte, ¿comprendes?, es, por una parte, una cosa de mala fama, impúdica, que hace enrojecer de vergüenza; y por otra parte es una potencia muy solemne y majestuosa (mucho más alta que la vida risueña que gana dinero y se llena la panza; mucho más venerable que el progreso que fanfarronea por los tiempos) porque es la historia y la nobleza, la piedad y lo eterno, lo sagrado, que hace que nos quitemos el sombrero y marchemos sobre la punta de los pies... De la misma manera, el cuerpo también, y el amor del cuerpo, son un asunto indecente y desagradable, y el cuerpo enrojece y palidece en la superficie por espasmo y vergüenza de sí mismo. ¡Pero también es una gran gloria adorable, imagen milagrosa de la vida orgánica, santa maravilla de la forma y la belleza, y el amor por él, por el cuerpo humano, es también un interés extremadamente humanitario y una potencia más educadora que toda la pedagogía del mundo...! ¡Oh, encantadora belleza orgánica que no se compone ni de pintura al óleo, ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril de la vida y de la podredumbre! ¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos! Mira los omóplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y de los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas. ¡Oh, las dulces regiones de la juntura interior del codo y del tobillo, con su abundancia de delicadezas orgánicas bajo sus almohadillas de carne! ¡Qué fiesta más inmensa al acariciar esos lugares deliciosos del cuerpo humano! ¡Fiesta para morir luego sin un solo lamento! ¡Sí, Dios mío, déjame sentir el olor de la piel de tu rótula, bajo la cual la ingeniosa cápsula articular segrega su aceite resbaladizo! ¡Déjame tocar devotamente con mi boca la «Arteria femoralis» que late en el fondo del muslo y que se divide, más abajo, en las dos arterias de la tibia! ¡Déjame sentir la exhalación de tus poros y palpar tu vello, imagen humana de agua y de albúmina, destinada a la anatomía de la tumba, y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos!
No abrió los ojos después de haber hablado. Permaneció sin moverse, con la cabeza inclinada, las manos que sostenían el pequeño lapicero de plata separadas, temblando y vacilando sobre sus rodillas. Ella dijo:
—Eres, en efecto, un adulador que sabe solicitar de una manera profunda, a la alemana.
Y le puso el gorro de papel.
—¡Adiós, príncipe Carnaval! ¡Esta noche la linea de tu fiebre será muy mala, estoy segura!
Al decir esto se levantó de la silla, se dirigió a la puerta, dudó un momento en el umbral, dio media vuelta elevando uno de sus brazos desnudos, con la mano en el pestillo y, por encima del hombro, dijo en voz baja:
—No olvides devolverme el lápiz.
Y salió.



3. «¡Eso es encantador! —pensó Hans Castorp—. ¡Es completamente encantador y atrayente! ¡Qué lindos, qué llenos de salud, qué inteligentes y felices! No son solamente bellos, sino también inteligentes e interiormente amables. Eso es lo que me impresiona y me enamora de ellos. El espíritu y el sentido inmanente de su ser, eso es lo que quiero decir. El espíritu con que se hallan reunidos y viven juntos.» Entendía por eso aquella gran afabilidad y las consideraciones iguales para todos que esos hombres del sol tenían en su comercio: un respeto ligero y velado con una sonrisa, que se demostraban los unos a los otros casi insensiblemente, y que, sin embargo, en virtud de una idea que se había hecho carne, era un lazo de espíritu que, manifiestamente, les unía a todos; una dignidad y una severidad que se resolvían en alegría y que les guiaban en sus actos y en sus abstenciones como una influencia espiritual e inexpresable, de una gravedad en modo alguno sombría y de una piedad razonable, a pesar de que no estuviese falta de una solemnidad ceremoniosa.

34. El Mundo de Sofía - Jostein Gaarder.

1. -Veo que coleccionas muchos cachivaches -dijo por fin.
-Bueno, bueno. Piensa que en esta sala se conservan muchos siglos deHistoria. Yo no los llamaría cachivaches.
-¿Coleccionas antigüedades o algo así?
La cara de Alberto adquirió una expresión casi melancólica.
-No todo el mundo puede dejarse llevar por la corriente de la Historia, Sofía. Algunos tienen que detenerse y recoger aquello que se queda en sus orillas.
-Qué manera tan extraña de hablar.
-Pero es verdad, hija mía. No vivimos únicamente en nuestro propio tiempo. También llevamos con nosotros nuestra historia. Recuerda que todas las cosas que ves en esta habitación fueron nuevas alguna vez. Esa pequeña muñeca de madera del siglo XVI a lo mejor fue hecha para una niña en su quinto cumpleaños. Quizás por un viejo abuelo... Luego se hizo adolescente, Sofía. Y luego adulta y a lo mejor se casó. Quizás tuvo una hija que heredó su muñeca. Luego envejeció y una día dejó deexistir. Había vivido una larga vida, pero luego desapareció del todo. Y no volverá nunca. En realidad sólo estuvo aquí en una breve visita. Pero su muñeca, su muñeca está aquí sobre el estante.
-Todo se vuelve tan triste y solemne cuando lo expresas asi.
-Pero la vida misma es triste y solemne. Entramos en un mundo maravilloso, nos conocemos, nos saludamos, y caminamos juntos un ratito. Luego nos perdemos y desaparecemos tan de repente y tan sin razón como llegamos.
2. Pero ya en Shakespeare encontramos montones de fra¬ses sobre la vida como un teatro. ¿Quieres algunos ejemplos?
-Con mucho gusto.
-En la pieza Como gustéis dice:
"Todo el mundo es una escena
sobre la cual los hombres y mujeres son pequeños actores
que vienen y van. Un hombre
ha de hacer muchos papeles en la vida."
Y en Macbeth dice:
"Sombra ambulante es esta vida, mísero actor que en el escenario se afana y pavonea un momento y al cabo para siempre, calla su voz. Relatode un idiota, lleno de ruido y furia, que nada significa."
-Muy pesimista, ¿no?
Se interesaba por la brevedad de la vida. Puede que hayas oído la cita más famosa de todas las de Shakespeare.
-«Ser o no ser; ésa es la cuestión.”
-Sí, eso lo dijo Hamlet. Un día andamos por el mundo, al día siguiente habremos desaparecido.
-Pues sí, empiezo a darme cuenta de eso.
-Cuando los poetas y escritores de la época barroca no comparaban la vida con un teatro, la comparaban entonces con un sueño. Shakespeare, por ejemplo. dijo: «Somos del mismo material del que se tejen los sueños, nuestra pequeña vida está rodeada de sueño...”
-Qué poético.
-El escritor español Calderón,; que nació en 1600, escribió una obra deteatro que se llamaba La vida a sueño. En esa obra dice: «¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.
-Tal vez tuviera razón. Hemos leído una obra en el instituto. Se llamaba Jeppe en La Montaña
-Sí, de Ludvig Holberg. Aquí en el norte de Europa fue una gran figurade la transición entre la época barroca y la Ilustración.
-Jeppe se durmió en una cuneta y luego se despertó en la cama del barón. Entonces pensó que simplemente había soñado que era un pobre campesino. Luego, cuando vuelve a dormirse le llevan de nuevo a la cuneta donde se vuelve a despertar. Entonces cree que ha soñado que ha dormido en la cama del barón.
3. –Sí, Sofía. ¿Crees que serías capaz de ver tu propia vida en un contexto cósmico? En ese caso tendrías que cerrar los ojos a ti misma y a tu vida aquí y ahora...
–Hmm... no es fácil.
–Recuérdate a ti misma que sólo vives una minúscula parte de la vida detoda la naturaleza. Tú formas parte de un contexto inmenso.
–Creo que entiendo lo que quieres decir.
–¿Eres capaz de captarlo? ¿Eres capaz de captar toda la naturaleza deuna vez... sí, el universo entero con una sola mirada.
–Depende. Quizás me hicieran falta algunos vidrios ópticos.
–No estoy pensando sólo en el inmenso espacio. También pienso en un inmenso espacio de tiempo. Hace treinta mil años vivió un niño en elvalle del Rhin. Formaba una minúscula parte de la naturaleza, un exiguo rizo en un mar inmenso. De la misma manera vives tú Sofía, una minúscula parte de la vida de la
naturaleza. No hay ninguna diferencia entre tú v ese niño.
–Al menos yo vivo ahora.
De acuerdo, pero precisamente era a ese tipo de pensamiento al que deberías cerrar los ojos. ¿Quién serás tú dentro de treinta mil años?
4. –Vamos a centrarnos de nuevo en aquel niño de la Edad de Piedra que vivió hace treinta mil años. Conforme iba creciendo tiraba jabalinas a los animales salvajes, amó a una mujer que se convirtió en la madre de sus hijos, y además seguramente adoraba a los dioses de la tribu. ¿Piensas que él decidía todo esto?
–No sé.
–O piensa en un león en África. ¿Crees que es él el que decide vivir como una fiera? ¿Por eso se lanza encima de un antílope cojo? ¿No debería haber decidido vivir como vegetariano?
–No, el león vive según su naturaleza.
–O, con otras palabras, según las leyes de la naturaleza. Eso lo haces tú también, Sofía, porque tú también eres naturaleza. Ahora podrás objetar, con el apoyo de Descartes, que el león es un animal y no un ser humano con capacidad espiritual libre. Pero piensa en un niño recién nacido. Llora y grita, y si no se le da leche se chupa el dedo. ¿Tiene este bebé una voluntad libre?
–No.
–¿Entonces cuándo obtiene el niño la libre voluntad? A los dos años corretea por todas partes señalando lo que hay a su alrededor. A los tres da la lata a su mamá y a los cuatro de pronto le entra miedo de la oscuridad. ¿Dónde está la libertad, Sofía?
–No lo sé.
–A los quince años se pone delante del espejo y hace pruebas con elmaquillaje. ¿Es ahora cuando toma sus propias decisiones personales y hace lo que quiere?
–Entiendo lo que quieres decir.
–Ella es Sofía Amundsen, ya lo creo. Pero también vive según las leyesde la naturaleza. Lo que pasa es que no se da cuenta de eso porque hay muchas y muy complejas causas detrás de cada cosa que hace.
–No creo que quiera oír ya más.
De todos modos has de contestar a una última pregunta. Dos árbolesde la misma edad crecen en un gran jardín. Uno de ellos crece en un lugar con mucho sol y tiene fácil acceso a tierra nutritiva y al agua. El otro árbol crece en una tierra mala en un sitio de mucha sombra. ¿Cuál delos dos árboles crees que se hará más grande? ¿Y cuál de los dos dará más frutos?
–Naturalmente, el árbol que ha tenido las mejores condiciones decrecimiento.
–Según Spinoza ese árbol es libre. Ha tenido una libertad total para desarrollar sus posibilidades inherentes. Pero si es un manzano no ha tenido posibilidad de dar peras o ciruelas. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Se nos puede inhibir nuestra evolución y nuestro crecimiento personal por ejemplo mediante
determinadas condiciones políticas. De esa manera, una fuerza exterior nos puede poner impedimentos. Sólo vivimos como seres libres cuando podemos desarrollar «libremente» nuestras posibilidades inherentes. Pero estamos tan determinados por disposiciones internas y condiciones externas como aquel niño del valle del Rhin en la Edad de Piedra, el leónde Africa o el manzano
del jardín.
5. –Voy cambiando constantemente. No soy la misma hoy que cuando tenía cuatro años. Tanto mi humor como mi juicio sobre mí misma cambian de minuto en minuto. De vez en cuando ocurre que me siento como una «nueva persona».
De modo que esa sensación de tener un núcleo inalterable depersonalidad es falsa. La idea del «yo» es en realidad una larga cadenade impresiones simples que nunca has percibido simultáneamente. No es más que «un manojo o un montón de juicios diferentes que se sucedenel uno al otro con una rapidez
increíble, y que están constantemente en cambio y movimiento». dice Hume: La conciencia es «una especie de teatro donde aparecen los distintos juicios sucediéndose los unos a los otros; pasan, vuelven, se marchan y se mezclan en una infinidad de posturas, situaciones. Lo que quiere decir Hume es que no tenemos ninguna «personalidad» que esté detrás o debajo de tales juicios y estados de ánimo que van y vienen. Pasa como con las imágenes sobre la pantalla de cine. Como cambian tan deprisa, no notamos que la película está «compuesta por imágenes simples». Pero en realidad las «imágenes» no están conectadas la una con la otra. La película es realmente una suma de momentos.
6. «Ser o no ser» no es, pues, toda la cuestión. Otra cuestión es qué somos ¿Somos personas reales? ¿Nuestro mundo está compuesto por cosas verdaderas, o estamos rodeados de conciencia?
7. –Tengo miedo de que nada sea real
–Se llama angustia existencial y suele ser simplemente una transición a un nuevo conocimiento.
8. Digo que hay algo de misterio divino en todo lo que existe. Lo vemos brillar en un girasol o en una amapola. Y también intuimos algo del inescrutable misterio cuando vemos a una mariposa levantar el vuelo desde una rama, o a un pez dorado que nada en su pecera. Pero donde más cerca de Dios podemos estar es en nuestra propia alma. Sólo allí podemos unirnos con el gran misterio de la vida. En muy raros momentos podemos incluso llegar a sentir que nosotros mismos somosel misterio divino.
9. –Si quieres. Pero cuando nos preguntamos de dónde procede el mundoy discutimos las posibles respuestas, entonces la razón está en cierta manera vacía, porque no tiene ningún material de los sentidos que «tratar», no tiene ninguna experiencia en la que apoyarse. Porque no hemos percibido jamás toda aquella inmensa realidad de la que constituimos una pequeña parte.
10. Tan sensato resulta decir que el mundo tiene que tener un principio como decir que no tiene tal principio, porque ambas posibilidades son igualmente imposibles de imaginar por la razón. Podemos afirmar que el mundo ha existido siempre ¿pero puede algo haber existido desde siempre sin que nunca haya tenido un principio? Ahora estamos obligados a asumir el punto de vista contrario. Decimos que el mundotiene que haber surgido alguna vez y entonces tiene que haber surgidode la nada, si no, simplemente habríamos hablado de un cambio de un estado a otro. ¿Pero puede algo surgir de la nada, Sofía?
–No, las dos posibilidades resultan igualmente inconcebibles. Al mismo tiempo una tiene que ser correcta y la otra equivocada.
11. Querida Hilde. Si el cerebro del ser humano fuera tan sencillo que lo pudiéramos entender, entonces seríamos tan estúpidos que tampoco lo entenderíamos.
12. Según Kant, el artista juega libremente con su capacidad deconocimiento. El poeta alemán Schiller continuó desarrollando las ideasde Kant. Escribe que la actividad del artista es como un juego, y que el hombre sólo es libre cuando juega, porque entonces hace sus propias leyes. Los románticos opinaban que solamente el arte podía llevarnos más cerca de «lo inefable». Algunos fueron hasta el final y compararon al artista con Dios.
–Porque el artista crea su propia realidad exactamente de la misma manera que Dios ha creado el mundo.
–Se decía que el artista tiene una «fuerza imaginativa de creación del mundo». En su entusiasmo artístico podía llegar a sentir desaparecer la frontera entre sueño y realidad. Novalis, que era uno de los jóvenes genios, dijo que «el mundo se convierte en sueño, el sueño en mundo».
13. –Esta añoranza de algo lejano e inaccesible era típica de los románticos. Algunos también añoraron los tiempos pasados, por ejemplo la Edad Media, que ahora se revalorizó frente a la evaluación tan negativa de la Ilustración. Los románticos también añoraban culturas lejanas, por ejemplo Oriente y sus misterios. También se sentían atraídos por la noche, por el amanecer, por viejas ruinas y por lo sobrenatural. Se interesaban por lo que podríamos llamar los «aspectos oscuros» de la existencia, es decir, lo enigmático, lo tétrico y lo misterioso.
14. –Sí, se ha dicho que «la ociosidad es el ideal del genio y la pereza la virtud romántica». Era la obligación del romántico vivir la vida o soñar para alejarse de ella. El comercio cotidiano y los quehaceres de todos los días eran cosa de los filisteos.
15. –La razón aparece ante todo en el lenguaje, y el lenguaje es algo a lo que nacemos. El idioma noruego se arregla perfectamente sin el señor Hansen, pero el señor Hansen no se arregla sin el idioma noruego. El idioma no es creado por el individuo, sino que es el idioma el que crea al individuo.
–Pues sí, se puede expresar así.
–De la misma manera que el individuo nace a un lenguaje también nace a sus condiciones históricas. Nadie puede tener una relación «libre» con esas condiciones. La persona que no encuentre su lugar en el Estado es, por tanto, una persona «no histórica».
16. –Para Hegel la Historia era como el curso de un río. Cada pequeño movimiento del agua en un punto dado del río está en realidad determinado por la caída del agua y por sus remolinos más arriba. Pero también está determinado por las piedras y los meandros del río justo en ese lugar donde tú lo estás mirando.
–Creo que lo entiendo.
–También la historia del pensamiento, o de la razón, se puede comparar al curso de un río. Todos los pensamientos que vienen «manando» de las tradiciones de Personas que han vivido antes que tú, y las condiciones materiales que rigen en tu propia época, contribuyen a determinar tu manera de pensar. Por lo tanto, no puedes afirmar que una determinada idea sea correcta para siempre. Pero puede ser correcta en la época y el lugar en que te encuentras.
17. –Hegel señaló que el espíritu universal evoluciona hacia una conciencia de sí mismo cada vez mayor. Los ríos se hacen cada vez más anchos, conforme se acercan al mar. Según Hegel, la Historia trata de que el espíritu universal despierte lentamente para concienciarse de sí mismo. El mundo ha estado aquí siempre, pero, a través de la cultura y las actividades del hombre, el espíritu universal se hace cada vez más consciente de su particularidad.
18. –Ésta es, muy resumida, la tesis de Marx. El cómo trabajamos marca nuestra conciencia, pero nuestra conciencia también marca nuestro modo de trabajar. Se puede decir que hay una relación recíproca entre la «mano» y el «espíritu». Así, la conciencia del hombre está en estrecha relación con su trabajo.
–Entonces tiene que resultar bastante terrible estar en el paro.
–Sí, porque el que no tiene trabajo está de alguna manera vacío. Hegel ya había pensado en esto. Tanto para Hegel como para Marx, el trabajo es algo positivo, es algo íntimamente relacionado con el hecho de ser persona.
19. –En el sistema capitalista el obrero trabaja para otro. Así el trabajo se convierte en algo fuera de él. El obrero es un extraño a su propio trabajo y por tanto también se convierte en un extraño a si mismo. Pierde su propia realidad humana. Marx dice con una expresión Hegeliana que el obrero se siente alienado.
–Yo tengo una tía que lleva veinte años en una fábrica empaquetando bombones, de modo que no me cuesta nada entender lo que dices. Dice que odia tener que ir al trabajo todas las mañanas.
–Pero si odia su trabajo, Sofía, entonces, en cierta manera, también debe de odiarse a sí misma.
–Desde luego, odia los bombones.
–En la sociedad capitalista el trabajo está organizado de manera que el obrero está realizando, en realidad, un trabajo de esclavo para otra clase social. Así, el obrero transfiere su propia fuerza laboral, y con ello toda su existencia humana, a la burguesía.
20. Pero Marx y Darwin no sólo se cruzan en el tiempo y en el espacio. Marx intentó dedicar a Darwin la edición inglesa de su gran obra El capital, pero Darwin no accedió. Al morir Marx, al año siguiente de Darwin, su amigo Friedrich Engels dijo: «De la misma manera que Darwin descubrió las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió las leyes del desarrollo histórico de la humanidad».
21. Otro importante pensador que también deseaba relacionar su actividad con Darwin, fue el psicólogo Sigmund Freud. También él vivió el último año de su vida en Londres. Freud señaló que tanto la teoría de la evolución de Darwin, como su propio psicoanálisis habían supuesto un agravio al «ingenuo amor propio del ser humano».
22. Marx había señalado que la ideología de los seres humanos es un producto de la base material de la sociedad. Darwin demostró que el ser humano es el resultado de un largo desarrollo biológico, y el estudio de Freud del subconsciente mostró que los actos de los hombres se derivan, a menudo, de ciertos instintos animales.
23. –Darwin señaló que la lucha por la existencia es a menudo más dura entre especies cercanas, porque tienen que luchar por los mismos alimentos. Es entonces cuando actúan las pequeñas ventajas, es decir, las pequeñas y positivas variaciones con respecto a la media. Cuanto más dura sea la lucha por la existencia, más rápida será la evolución de nuevas especies. En esos casos solamente sobrevivirán los que estén mejor adaptados, todos los demás morirán.
24. Estamos sentados en una cabaña del bosque mirando hacia atrás a un proceso que ha durado unos tres o cuatro mil millones de años. Precisamente en nosotros el largo proceso ha llegado a tomar conciencia de si mismo.
–¿Pero tú crees, a pesar de todo, que todo esto ha sucedido por pura casualidad?
–No, yo no he dicho eso. La lámina muestra que la evolución puede tener una dirección. En el curso de millones de años se han ido formando animales con un sistema nervioso cada vez más complicado y poco a poco también con un cerebro cada vez más grande. Personalmente no creo que esto sea casual. ¿Tú qué crees?
25. –O de Mefisto, del Fausto de Goethe: «Was solí uns denn das ewge Schaffen! / Ceschaifenes zu nichts hinweg-zuraffen!”
–¿Pero qué significan exactamente esas palabras?
–Justo en el instante antes de morir, Fausto mira hacía atrás en su larga vida y exclama triunfante:
"Deténte, eres tan hermosa.
La huella de mi vida
no puede quedar envuelta en la nada.
Basta el presentimiento de aquella
felicidad sublime
para hacerme gozar mi hora inefable."
–¡Qué palabras tan bonitas!
–Pero luego le toca al diablo. En cuanto Fausto expira, Mefisto exclama:
"¡Acabó!
¡Estúpida palabra!
¿Por qué acabó?
¿No equivale esto a decir que todo quedó
reducido a la nada?
¡Qué significa la eterna Creación,
si todo lo creado ha de desaparecer para siempre!
El mundo, al dejar de existir,
será como si no hubiese existido nunca,
y, sin embargo, lo vemos agitarse incesante
como si realmente fuese algo.
En verdad, prefiero aún mi eterno vacío.""
26. –¿No es también una consecuencia de la teoría de la evolución de Darwin que formamos parte de algo grande, y que cada minúscula forma de vida tiene importancia para el gran contexto? ¡Nosotros somos el planeta vivo, Sofía! Somos el gran barco que navega alrededor de un sol ardiente en el universo. Pero cada uno de nosotros también es un barco que navega por la vida cargado de genes. Si logramos llevar esta carga al próximo puerto, entonces no habremos vivido en vano. Bjornstjerne Bjornson expresó la misma idea en el poema «Psalmo II»:
¡Honremos la primavera eterna de la vida
que todo lo creó!;
hasta lo minúsculo tiene su creación merecida,
sólo la forma se perdió.
De estirpes nacen estirpes
que alcanzan mayor perfección;
de especies nacen especies,
millones de años de resurrección.
¡Alégrate tú que tuviste la suerte de participar
como flor en su primer abril
y, en honor a lo eterno, el día disfrutar
como ser humano
y de poner tu grano
en la tarea de la eternidad;
pequeño y débil inhalarás
un único soplo
del día que no acaba jamás!"
27. –Érase una vez un ciempiés que bailaba estupendamente con sus cien pies. Cuando bailaba, todos los animales del bosque se reunían para verlo. Y todos quedaban muy impresionados con el exquisito baile. Pero había un animal al que no le gustaba ver bailar al ciempiés. Era un sapo...
–Sería un envidioso...
- ¿Qué puedo hacer para que el ciempiés deje de bailar?, pensó el sapo. No podía decir simplemente que no le gustaba el baile. Tampoco podía decir que él mismo bailaba mejor; decir algo así no tendría ni pies ni cabeza. Entonces concibió un plan diabólico.
–¡Cuéntame!
–Se sentó a escribir una carta al ciempiés. «Ah, inigualable ciempiés», escribió. «Soy un devoto admirador de tu maravillosa forma de bailar. Me encantaría aprender tu método. ¿Levantas primero el pie izquierdo n.º 78 y luego el pie derecho n.º 47? ¿O empiezas el baile levantando el pie izquierdo n.º 23 antes de levantar el pie derecho n.º 18? Espero tu contestación con mucha ilusión. Atentamente, el Sapo,”
- ¡Caray!
–Cuando el ciempiés recibió la carta se puso inmediatamente a pensar en qué era lo que realmente hacía cuando bailaba. ¿Cuál era el primer pie que movía? ¿Y cuál era el siguiente? ¿Qué crees que pasó?
–Creo que el ciempiés no volvió a bailar jamás.
Sí, así acabó el cuento. Eso pasa cuando la imaginación es ahogada por la reflexión de la razón.
28. –Poetas y pintores intentaron usar las fuerzas subconscientes en su obra creativa. Particularmente ése es el caso de los llamados surrealistas.
–¿Y qué significa eso?
–«Surrealismo» es una palabra francesa que se puede traducir por «sobrerrealismo». En 1924 André Breton publicó su Manifiesto surrealista, en el que señaló que el arte debe brotar del subconsciente. Así, el artista recogería en una libre inspiración sus imágenes soñadas y llegaría a una «sobrerrealidad» en la que ya no existe distinción entre el sueño y la realidad. También puede ser importante para un artista derrumbar la censura de la consciencia con el fin de dejar correr libremente las palabras y las imágenes.
29. –Para los artistas es muy importante dar rienda suelta a la imaginación. Los surrealistas intentaron colocarse a sí mismos en un estado en el que las cosas simplemente venían por su cuenta. En una hoja en blanco comenzaban a escribir sin pensar en qué escribían. Lo llamaban escritura automática, una expresión tomada prestada del espiritismo, en el que un «médium» pensaba que era el espíritu de un muerto el que dirigía la pluma. Pero de esas cosas hablaremos más mañana.
–Muy bien.
–También el artista surrealista es en cierta manera un «médium», es decir un medio o un intermediario de su propio subconsciente. Pero tal vez haya un elemento del subconsciente en todo proceso creativo, porque ¿qué es en realidad lo que llamamos «creatividad»?
–No tengo ni idea. ¿No significa que se crea algo nuevo?
–De acuerdo. Y eso ocurre precisamente mediante un delicado equilibrio de fuerzas entre la imaginación y la razón. Muy a menudo ocurre que la razón ahoga la imaginación, lo cual es muy grave, porque sin la imaginación no surge nunca nada realmente nuevo. Yo pienso que la imaginación es como un sistema darvinista.
–Lo lamento, pero no te entiendo.
–El darvinismo señala que en la naturaleza surge un mutante tras otro. Pero la naturaleza sólo puede utilizar algunos de ellos. Sólo unos pocos tienen derecho a la vida.
–¿Sí?
–Así es también cuando pensamos, cuando estamos inspirados y recibimos un montón de nuevas ideas. Si no nos imponemos a nosotros mismos una severa censura van surgiendo en nuestra consciencia «pensamientos mutantes» uno tras otro. Pero sólo se pueden emplear algunos de esos pensamientos. Aquí es donde entra en juego la razón, pues ella también desempeña una importante función. Cuando tenemos la cosecha del día sobre la mesa, no debemos olvidarnos de hacer la selección.
30. De repente se acordó de Kierkegaard, que había di-cho que la característica más destacada de la multitud era esa palabrería sin compromiso». ¿Toda esa gente vivía en la fase estética, o qué? ¿O había, al fin y al cabo, algo que era existencialmente importante para ellos?
31. –A través de toda la historia de la filosofía, los filósofos han intentado dar una respuesta a qué es el hombre, o qué es la naturaleza humana. Pero Sartre pensaba que el hombre no tiene una tal «naturaleza» eterna en que refugiarse. Por eso tampoco sirve preguntar por el «sentido» de la vida en general. Estamos, en otras palabras, condenados a improvisar. Somos como actores que entran en el escenario sin tener ningún papel estudiado de antemano, ningún cuaderno con el argumento, ningún apuntador que nos pueda susurrar al oído lo que debemos hacer. Tenemos que elegir por nuestra cuenta cómo queremos vivir.
32. Pero cuando el hombre se da cuenta de que existe y de que va a morir, y de que no tiene nada a lo que agarrarse, entonces esto crea angustia. Sartre dice además que el hombre se siente extranjero en un mundo sin sentido. Al describir la «alienación» del hombre, recoge al mismo tiempo pensamientos centrales de Hegel y Marx. La sensación del hombre de ser un extranjero en el mundo, crea un sentimiento de desesperación, aburrimiento, asco y absurdo.
33. Pero somos individuos libres, y debido a nuestra libertad estamos condenados a elegir durante toda la vida. No existen valores o normas eternas por las que nos podamos regir. Precisamente por eso resultan tan importantes las elecciones que hacemos. Porque somos completamente responsables de todos nuestros actos. Sartre destaca precisamente que el hombre jamás debe eludir la responsabilidad de sus propios actos. Por eso tampoco podemos librarnos de nuestra responsabilidad amparándonos en que «tenemos que ir al trabajo» o que «tenemos que» dejarnos dirigir por ciertas normas burguesas sobre cómo debemos vivir. La persona que, de esta forma, va entrando en la masa anónima, se convierte en un hombre impersonal de esa masa. Él o ella se ha refugiado en la mentira de la vida. Porque la libertad humana nos exige poner algo de nosotros mismos, existir «auténticamente».
Sartre había señalado que los seres humanos no tienen ninguna «natura-eza» eterna en la que refugiarse. Somos nosotros mismos quienes creamos lo que
somos. Opinaba que la vida debe tener algún sentido. Es un imperativo. Y somos nosotros los que tenemos que darle ese sentido a nuestra propia vida. Existir es crear tu propia existencia.
34. –La distancia a Plutón, que es el planeta más lejano de nuestro sistema solar, es de más de cinco horas luz desde nuestro propio planeta. Cuando un astrónomo mira a Plutón en su telescopio en realidad ve cinco horas hacia atrás en el tiempo. También podríamos decir que la imagen de Plutón emplea cinco horas en llegar hasta aquí.
35. –La distancia a nuestra estrella más próxima de la Vía Láctea es de cuatro años luz. Tal vez es la que vemos sobre el is-lote allí enfrente. Imagínate que en este momento hay alguien allí arriba que mira por un potente telescopio hacia Bjerkely; entonces vería Bjerkely tal como era hace cuatro años. Quizás viera a una niña de once años sentada en este balancín balanceando las piernas.
36. –Pero ésa es sólo la estrella vecina más cercana. Toda la galaxia, o la «nebulosa», como también la llamamos, tiene una dimensión de 90. 000 años luz. Eso significa que la luz emplea ese número de años para llegar de un extremo de la galaxia a otro. Cuando dirigimos nuestra mirada a una estrella de la Vía Láctea que esté a 50. 000 años luz de nuestro propio planeta, entonces miramos 50.000 años hacia atrás en el tiempo.
37. –La única manera que tenemos de mirar hacia el universo es mirando hacia atrás en el tiempo. No sabremos nunca cómo es aquello en el universo. Sólo sabemos cómo era. Cuando miramos una estrella que está a miles de años luz viajamos en realidad miles de años hacia atrás en la historia del universo.
38. –Pero todo lo que vemos llega a nuestro ojo como ondas de luz. Y estas ondas emplean tiempo en viajar por el espacio. Podemos hacer una comparación con los truenos. Siempre escuchamos los truenos unos instantes después de ver el rayo. Eso se debe a que las ondas del sonido se mueven más lentamente que las ondas de luz. Cuando oigo un trueno, estoy oyendo el ruido de algo que ocurrió hace un rato. Lo mismo ocurre con las estrellas. Cuando miro una estrella que se encuentra a miles de años luz de nosotros, veo el «trueno» de un suceso que se encuentra miles de años hacia atrás en el tiempo.
39. ...esto significa que la luz de esta galaxia necesita dos millones de años para llegar hasta nosotros, lo que a su vez significa que miramos dos millones de años hacia atrás en el tiempo cuando vemos la nebulosa de Andrómeda allí muy arriba en el firmamento. Si hubiera un astrónomo listo en esa nebulosa, y me imagino uno astuto que en este mismo momento está dirigiendo su telescopio hacia la Tierra, no nos vería a nosotros. En el mejor de los casos vería unos «prehombres» de frente plana.
40. –Las galaxias más lejanas cuya existencia se conoce hoy; se encuentran a unos diez mil millones de años luz de nosotros. Cuando captamos señales de esas galaxias, miramos diez mil millones de años hacia atrás en la historia del universo. Eso es más o menos el doble del tiempo que ha existido nuestro propio sistema solar.
41. –Cuando los radiotelescopios captan luz de galaxias lejanas que se encuentran a miles de millones de años luz de distancia, registran el aspecto que tenía el espacio en el tiempo primigenio, justo después de la gran explosión.. Todo lo que los seres humanos vemos en el cielo son fósiles cósmicos de hace miles y millones de años. Lo único que puede hacer un astrólogo es predecir el pasado.
–¿Porque las estrellas de las constelaciones se han distanciado las unas de las otras antes de que la luz de las estrellas llegue hasta nosotros?
–Hace sólo un par de miles de años las constelaciones tenían un aspecto bastante diferente al que tienen hoy.
–---No lo sabía.
–En una noche despejada vemos millones, por no decir miles de millones, de años hacia atrás en la historia del universo. De alguna manera emprendemos el viaje de vuelta a casa.
42. –Y eso se debe precisamente a aquella explosión que tuvo lugar hace miles de millones de años. Porque el universo no tiene una geografía eterna. El universo es UN ACONTECIMIENTO. El universo es una explosión. Las galaxias siguen alejándose las unas de las otras a una enorme velocidad.
43. –Así es también la relación entre las galaxias. Porque aunque el universo sigue expandiéndose, la gravedad actúa en sentido contrario. Y un día, tal vez dentro de unos miles de millones de años, quizás la gravedad haga que los astros se vuelvan a reunir, conforme las fuerzas de la gran explosión empiecen a menguar. Entonces tendremos una explosión inversa, llamada «implosión». Pero las distancias son tan enormes que ocurrirá a cámara lenta.
44. ...o bien el universo continuará expandiéndose para siempre, de modo que gradualmente habrá cada vez más distancia entre las galaxias, o bien el universo comenzará a encogerse de nuevo. Lo que es decisivo para lo que va a ocurrir es cuánto es el peso o la masa del universo. Y sobre este punto los astrónomos no tienen todavía conocimientos muy seguros.