domingo, 21 de junio de 2015

15. Canción de Hielo y Fuego - Festín de Cuervos - George R. Martín.

1. Liberó la flecha justo cuando la manzana empezaba a caer.
—Siempre fallas la última —comentó Roone. La manzana cayó al agua intacta—. ¿Lo ves?
—El día en que se aciertan todas es el día en que se deja de mejorar.
2. «El silencio es el amigo de los príncipes —le había oído decir el capitán a su hija en cierta ocasión—. Las palabras son como flechas, Arianne. Una vez lanzadas no hay manera de hacerlas volver.»
3. —Así es —reconoció a regañadientes—. Lo pensaré.
Tyene se enfurruñó.
—Piensas demasiado, tío.
—¿Tú crees?
—Eso decía mi padre.
—Oberyn pensaba demasiado poco (y murió).
—Hay hombres que piensan porque tienen miedo de actuar.
—El miedo es una cosa; la cautela, otra.
—En ese caso rezaré por no verte nunca con miedo, tío. Te podrías olvidar de respirar.
4. Lo que está muerto no puede morir.
—Sino que se levanta. —El chico sufrió un violento ataque de tos y vomitó más agua—. Se levanta otra vez. —Cada palabra le costaba un sufrimiento, pero así era el mundo: para vivir, todos los hombres tenían que luchar—. Se levanta otra vez. —Emmond se puso en pie a duras penas—. Más grande. Más fuerte.
5. - Contarás conmigo entero. Soy tuyo, Asha, para siempre. Quiero casarme contigo. Tu señora madre ha dado su aprobación. —Asha contuvo un gemido. «Tendrías que haberme preguntado antes a mí..., aunque la respuesta no te habría gustado nada»—.
- Ya no somos niños que se toquetean y tratan de averiguar qué encaja con qué. Crees que quieres casarte conmigo, pero no es verdad. 
—Sí es verdad. Lo único que hago es soñar contigo. Te lo juro, Asha: en mi vida he tocado a otra mujer.
—Pues ve a tocar a una... o a dos, o a diez. Yo he tocado a tantos hombres que he perdido la cuenta.
Le había entregado su virtud a los dieciséis años a un guapo marinero rubio que llegó en una galera mercante procedente de Lys. Sólo conocía media docena de palabras en la lengua común, pero una de ellas era "follar", la que más deseaba oír Asha.
Tristifer Botley parpadeaba como si no entendiera lo que le acababa de decir.
—No me... Pensé que me esperarías. ¿Por qué...? —Se frotó la boca—. Asha, ¿te forzó?
—Sí, me forzó tanto que le arranqué la túnica. No quieres casarte conmigo, créeme. Eres un chico encantador, siempre lo has sido, pero yo no soy ninguna chica encantadora. Si nos casáramos, pronto empezarías a detestarme.
—Eso jamás. He... He sufrido mucho por ti, Asha.
Aquello ya era demasiado. Lo que menos falta le hacía era un cachorrito
enamorado.
—Vete a un burdel, Tris. Ahí te curarán el sufrimiento, ya verás.
—Sería incapaz. —Tristifer sacudió la cabeza—. Estamos hechos el uno para el otro, Asha. Siempre supe que serías mi esposa, la madre de mis hijos.
La agarró por el brazo. En un instante, ella le había puesto la daga en la garganta.
—Quítame la mano de encima o no vivirás lo suficiente para engendrar un hijo. ¡Ya! —Cuando obedeció, ella bajó el arma—. A ti lo que te hace falta es una buena mujer. Esta noche mandaré una a tu cama. Si quieres, imagínate que soy yo, pero no te atrevas a volver a tocarme. No lo olvides.
Asha envainó la daga y lo dejó allí de pie, con un goterón de sangre que le bajaba lentamente por el cuello, negro a la luz de la luna.
6. —Un hombre puede aguantar casi cualquier cosa si es necesario —le explicó Jaime a su hijo. El mundo está lleno de cosas espantosas, Tommen. Puedes luchar contra ellas, reírte de ellas o verlas sin mirar... Escapar hacia dentro.
7. El archimaestre Rigney escribió que la historia es una rueda, que la naturaleza del hombre es inmutable en lo fundamental. Según él, lo que ya ha sucedido volverá a suceder, sin remedio.
8. «Los hombres somos tan débiles... El cuerpo traiciona hasta al más noble.»
9. Recordó como su padre había dicho, mucho tiempo atrás, que cuando soplan los vientos fríos, el lobo solitario muere y la manada sobrevive.
10. Eran ojos que veían por dentro, que veían lo débil, lo indignas, lo feas que eran las personas en su interior. «Cuando miraba a alguien, lo sabía.»
11. A mi padre se le da muy bien no hacer nada. Lo llama pensar.
12. ¿Tanta prisa tienes en ponerte la ropa, ser? Te prefiero tal como estás. En la cama, desnudos, somos nosotros de verdad, un hombre y una mujer, amantes, una sola carne, tan cercanos como pueden estar dos seres humanos. La ropa nos convierte en personas diferentes.
13. —Mientes —dijo él—. Todo el mundo miente cuando tiene miedo. Algunos dicen muchas mentiras; otros, pocas. Algunos sólo tienen una gran mentira y la dicen tan a menudo que casi llegan a creerla... Aunque en su interior siempre sabrán que sigue siendo mentira, y eso se reflejará en su rostro.
14. - ¿Y quién eres tú, niña?
—Nadie.
—Mentira.
—¿Cómo lo sabes? ¿Es cosa de magia?
—Si se tienen ojos, no hace falta ser mago para distinguir lo verdadero de lo falso. Sólo hay que saber leer un rostro. Mirar los ojos. La boca. Estos músculos, los de la mandíbula, y estos de aquí, donde el cuello se une a los hombros. —La rozó con dos dedos—. Algunos mentirosos parpadean. Otros fijan la mirada. Otros apartan la vista. Los hay que se humedecen los labios. Algunos se tapan la boca justo antes de mentir, para ocultar la falsedad. Hay otras señales, tal vez más sutiles, pero siempre están presentes. Una sonrisa falsa y una sincera pueden parecerse, pero son tan diferentes como el amanecer y el anochecer. ¿Tú distingues el amanecer del anochecer?
Arya asintió, aunque no estaba segura.
—Entonces puedes aprender a distinguir una mentira. Y entonces no habrá secreto que esté a salvo de ti.
15. Ojo de Cuervo lleva demasiado tiempo ausente.
—Hay hombres que de lejos parecen más grandes —le advirtió Asha—.
16. «El mar nunca se fatiga. Yo también he de ser así, incansable.»
17. «Antes de aprender a moverte tienes que aprender a estar quieto»
18. Cuando un hombre daba la espalda a la batalla y huía, dejaba de ser un hombre.
29. Dice que nuestras vidas son como llamas de velas. Cualquier brisa nos puede apagar. La muerte nunca ronda lejos de este mundo...
30. —¿No deberíamos avivar el paso? El sol no tardará en ponerse, y los cadáveres no son buena compañía por la noche. Estos hombres fueron malvados y peligrosos en vida, y no creo que hayan mejorado con la muerte.
—En eso no estamos de acuerdo —dijo Ser Hyle—. Es precisamente la clase de gente que mejora con la muerte.



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